LAS FIESTAS DEL ANTIGUO DOMEÑO

Por Isaac Valero. 


50 años han pasado desde que un grupo de vecinos provenientes del Antiguo Domeño comenzara a entrelazar sus vidas en Marines. Fueron 58 familias quienes, con la promesa de un futuro mejor, comenzaron a crear esa vida en común, que ahora forma parte de todos los Marinenses.


Estas personas dejaron atrás su paisaje, sus campos, tierras y eras, sus montes y picos, los dos ríos que nutrían su huerta, también sus casas, su plaza, sus calles estrechas, los porches, el castillo y la iglesia. Por el bien de los demás, tuvieron que dejar atrás su paisaje y su modo de vida, pero hubo algo que trajeron consigo para formar parte también de Marines, algo que, ni aún de haber querido, podrían haber dejado atrás, su historia y su cultura, años y años de transmisión grabados en cada uno de ellos. Hablamos de días de fiesta y tradición, del olor de las magdalenas cuando se acercaba mayo, tortas de chichorritas para carnaval y tortas dormidas para ocasiones especiales; de coplas que alababan el garbo de las domeñeras, pañuelos vistosos, chalecos de terciopelo y sayas guardas con esmero. Un legado que ellos recibieron y que ahora en Marines, se han encargado de transmitir. 


Las fiestas no son sino, una muestra más del patrimonio cultural de un pueblo y, precisamente por eso, está sujeto a cambios. Por eso, hoy queremos presentar un artículo que nos ayude a conocer cómo eran desde antiguo las fiestas en Domeño.


Domeño en fiestas, década de los 70.


El documento más antiguo que hemos podido localizar data de 1770, está conservado en el archivo nacional y disponible en el portal de archivos españoles. Fue escrito para informar de las hermandades, cofradías y fiestas que se realizaban en cada población. Para más información sobre esta fuente recomendamos el artículo de Enric Buñuel sobre las fiestas de Marines disponible aquí.




Informe de las Fiestas en Domeño en el año 1770 (Archivo Histórico Nacional)


Gracias al documento, encargado por el Conde de Aranda y firmado por el secretario Pedro Colera en día 18 de octubre 1770 siendo alcalde Vicente Estevan podemos saber que:


La cofradía más importante en aquel entonces fue la Cofradía del Rosario, con privilegio de la Curia Romana. Los cofrades pagaban seis dineros que se empleaban para la luz de las lámparas, cera para el altar y las procesiones del primer domingo de cada mes, así como cuatro misas anuales por las almas de los cofrades. 


- En cuanto a las fiestas, durante el año, la primera que encontramos es la del Santísimo Sacramento, celebrada el seis de enero día de la Epifanía del Señor. Los encargados de realizar la fiesta eran los clavarios del Corpus Christi del año anterior, cuatro hombres que costeaban la cera para el altar, el comulgar de enfermos, misa, procesión con música de dulzaina y fuegos artificiales. Tenía un coste total de 16 libras.


- El primer domingo de mayo sería la primera festividad del Rosario donde cuatro hombres jóvenes serían los protagonistas de la fiesta, pagada por sus padres. Se realizaba misa, sermón, procesión y fuegos artificiales. Tenía un coste de 6 libras.


- Para el Corpus Christi, se elegían cuatro nuevos clavarios que se encargarían de realizar comulgar de enfermos, misa, procesión con música de dulzaina y fuegos artificiales así como la fiesta del día seis de enero del año siguiente.


- El 16 de agosto cuatro clavarios nombrados anualmente y pudiéndose añadir otros por devoción, realizaban la fiesta en honor a San Roque, en aquel entonces patrón de Domeño, con un coste de 8 libras.


- El 8 de septiembre se celebraba la fiesta de la Divina Pastora, donde cuatro mujeres jóvenes eran las protagonistas y la fiesta era pagada por sus padres. Se realizaba misa, sermón y procesión. Esta fiesta, a modo de presentación en sociedad de las mujeres jóvenes del pueblo sabemos que continuó hasta finales del s. XIX o principios del XX. En 1770 tuvo un coste de 8 libras. 


- El 25 de noviembre se celebraba la fiesta de la titular de la parroquia la Virgen y Mártir Santa Catalina. Parte de la fiesta la costeaba el Ayuntamiento, que pagaba 3 libras, mientras que los clavarios, que eran nombrados días antes, pagaban 5. El coste de cera lo pagaba la Iglesia y se realizaba misa, procesión, sermón, fuegos y música de dulzaina "al no haber en aquel entonces órgano en la parroquia." Parece ser que el armonio llegó años después


- El primer domingo del mes de octubre se realizaría misa en honor a la intercesión de la Virgen en la batalla de Lepanto, organizado por la cofradía del rosario con un conste de 5 libras. 


- El día 8 de diciembre se celebraba la fiesta a la Purísima Concepción. Llama la atención que los encargados de realizar la fiesta eran cuatro clavarios hombres y tenía un coste de 8 Libras.


En el libro parroquial de circulares de 1772 a 1883 conservado en el archivo diocesano de València, se describe como en 1779, María García, molinera y vecina de Domeño, solicita realizar una fiesta en honor a la Virgen de los Desamparados, en acción de gracias a un milagro atribuido a la patrona de Valencia, pues “sufría una enfermedad muy grave y pensando estar en los últimos días de su vida fue tanta su fe y confianza en Nuestra Señora de los Desamparados que tras invocarla quedó sanada”. Para su realización salían voluntarios clavarios y se realizaba misa, sermón y procesión. Sabemos que se siguió realizando de manera más o menos continuada hasta mediados del s. XIX siendo la única fiesta que tenía como protagonistas tanto a clavarios como a clavariesas. Seguramente de la devoción que se le profesaba ha llegado hasta nuestros días una pequeño romance dedicado a la Virgen de los Desamparados donde un soldado es salvado de la guerra por su intercesión:


“Virgen de Desamparados

Te pido con humildad

Para expresar un milagro

que es muy digno de contar…”


A finales del S. XVIII comienzan también a celebrarse las fiestas de San Antón, de marcado carácter agrario, con un numero variable de clavarios encargados de realizarla.


De carácter intermitente y durante un breve período de tiempo, se celebró en las primeras décadas del s. XIX la festividad de San Vicente Ferrer. Como curiosidad, el primer año que se ha encontrado registro, todos los clavarios se llamaban Vicente. 


Primera referencia a las fiestas de San Vicente Ferrer, año 1811.


La siguiente referencia a las fiestas la encontraríamos con la Santa Cruz. Aunque desconocemos la llegada de la imagen a Domeño, sabemos que a partir de 1803 su devoción comienza a crecer después de que se le atribuyera la protección del pueblo ante una grave tormenta. La primera festividad celebrada que hemos podido encontrar se realizó el año 1822  "en su propio día el 3 de Mayo" contando con 19 Clavarios, al año siguiente sin embargo, fueron solamente dos.  


Clavarios de la Cruz del año 1822

Esta devoción fue en auge hasta que el 1 de octubre de 1826 estando reunidos representantes de los seis últimos gobiernos municipales, se solicita desde el Ayuntamiento al Arzobispado de Segorbe realizar “una fiesta dedicada al sagrado leño de la Cruz… en señal de la gran devoción que le profesan los vecinos de esta población” que consistiría en una fiesta votiva, anual y perpetua a la Santísima Cruz en el día 3 de mayo. Contaría con 30 clavarios, contados a “puño de pared” o calle seguida - cosa que contrasta con el reducido número de clavarios que había en el resto de fiestas - y consistiría en misa cantada en la parroquia, procesión general por todo el pueblo, cera para iluminar el altar, habiendo mínimo seis blandones y un dulzainero. Este sería el gasto “fijo, preciso e indefectible” aunque el documento deja claro que es posible cualquier otra demostración de obsequio a la Santa Cruz y adorno de las fiestas siempre que sea costeado por los clavarios a partes iguales.


Restos de la primera ermita de la Santa Cruz, situada en lo alto del castillo. 


Fiestas moros y cristianos


Por testimonios orales nos ha llegado la existencia de las representaciones de moros y cristianos en Domeño el día de la Cruz, y no es de extrañar pues tenemos constancia de estas celebraciones en diferentes pueblos de la Serranía como Chelva, Chulilla, Sot de Chera o Calles y que todavía se mantiene en pueblos como Tuéjar o Alpuente. 


La fiestas de moros y cristianos de la zona no habría que concebirlas como un desfile de numerosas comparsas al estilo de Alcoy, sino más cercanas a una representación teatral, con un número reducido de participantes donde se recitaban versos en honor al patrón y que finalizaba con la conversión del bando musulmán.


Es difícil saber cuantas veces y durante cuánto tiempo se realizaron estas fiestas en Domeño, al igual que lo es saber exactamente cómo eran y cuánta gente participaba. La memoria oral nos permite ubicarlas en la segunda mitad del s. XIX, sin embargo, una reciente investigación de Tomás Varea, cronista de Tuéjar (VAREA VAREA, J.T. 2024), muestra un inventario de Casa Insa, tienda histórica de disfraces que se ubicaba en el centro de Valencia, donde se encuentra el siguiente registro:


“Domeño, 3 de mayo de 1866. Para la entrada del Moro: Cuatro

guerreros completos de lienzo. Un Capitán guerrero de lienzo con

dalmática de lana bordada y casco con plumero. Un Capitán Moro

pantalón encarnado, chaqueta de bayeta encarnada, armilla encarnada

bordada, faja y turbante. Cuatro moros de pantalones blancos,

chaquetas verdes, armillas cada una de su color, fajas y tu(r)bantes. Diez

varbas. Ocho estoques. Un sable curbo. Un espadín. Pago 110 (Reales)"


Ya en el s. XX las fiestas que encontramos son las que por suerte todavía conservamos en la memoria. Algunas fiestas, como la Divina Pastora, o la Virgen de los Desamparados, se dejaron de celebrar años antes, otras, el Corpus Christi o la Epifanía quedaron relegadas a fiestas litúrgica sin clavarios y en el caso de la Inmaculada Concepción, la fiesta quedó a cargo de las mujeres.


Comenzando en enero tendríamos la fiesta de San Antón donde se realizaba baile con acordeonista traído de fuera, y al igual que en muchos pueblos de la Serranía, se realizaban hogueras, juegos populares, carreras de sacos, la caza del pollo, se adornaban grupas y se jugaba a cucañas. Para su realización, unos ocho días antes, se recogía harina para amasar los rollos que se repartían.


El carnaval era fiesta grande, se preparaban tortas de chichorritas, con manteca de cerdo, para comer, la gente se disfrazaba y salía a la grupa en sus caballerizas. Lo normal era acabar bien lleno de la harina que guardaban en los bolsillos los jóvenes para tirársela a quien pillaban desprevenido 


Después del recogimiento de la cuaresma en la semana santa, el sábado pasaban por las casas  los niños y niñas con el párroco a la salpasia, recogiendo huevos a cambio de que el cura bendijera el hogar.


“Puertas abiertas, que entren las cestas

Cesticas traimos, huevos pedimos.”


Los días previos al Domingo de Resurrección los quintos se dedicaban a recoger grano y alimentos para montar el huerto del encuentro, una construcción efímera en la que cada año la plaza se transformaba en un vergel con frutos, trigo, alfalfa y arcos de chopo - dependiendo de lo valientes que fueran los quintos se montaba más o menos - llegándose a plantar un año una palmera.



Diferentes Quintas en el Huerto. En los laterales se aprecian las ramas de chopo colocadas como si fueran árboles
 así como cereal "sembrado" y arcos decorados. Hacia 1960.


Imagen del Sagrado Corazón con la que se realizaba el encuentro 
fotografía del encuentro con la Virgen de los Dolores en 1970.


Este huerto era el lugar donde se realizaba el Encuentro Glorioso. Salía primero la imagen del Sagrado Corazón y por otro recorrido la imagen de María, y al encontrarse en la plaza se realizaban cantos y cortesías.


Todo lo que se colocaba en el huerto se subastaba por los quintos para obtener algo de dinero, que junto con el que recogían en la plega, acompañados de la rondalla o acordeonista, servía para poder pagar una comida y algo de fiesta antes de marchar al servicio militar. Esa tarde también se realizaban juegos tradicionales y baile con acordeonista traído de fuera. 



Quintos del año 1961 y 1962 acompañados por la rondalla. 

"Los quintos van por la calle

los que se van a marchar 

y se despiden cantando 

porque no pueden llorar


Calle nueva de Domeño 

Cuánto te habré paseado 

y lo que te pasearé 

si no me marcho soldado"



A partir de los años 40, la hermandad de labradores, en pleno auge, impulsó la fiesta a San Isidro Labrador, alargando así las fiestas de mayo. Se compró una talla de gran tamaño y se hacía misa, baile y procesión y, de manera intermitente algunos años, las jóvenes del pueblo se vestían de labradora, con mantones bordados, mantillas, joyas y vestidos heredados de sus antepasadas que con esmero se guardaban en las arcas de las casas. 


Fiestas de San Isidro en el año que se compró la imagen. Hacia 1955

Fiestas de San Isidro 1966


Santa Catalina también tenía día de fiesta en mayo, concretamente el día 2, para aquellos que no podían estar en noviembre,  con misa procesión y baile por la noche. 


Para el día de la Cruz, Día grande en Domeño, se nombraban antes los mayorales encargados de realizar la fiesta, en los preparativos, se realizaban arcos de murta y chopo para las esquinas por las que pasaba la procesión que entremezclaban su olor con el aroma de las magdalenas que se preparaban para estos días. Cada mayoral acogía en su casa a uno o dos músicos que venían a tocar en las fiestas, que entraban en pasacalle siendo recibidos por todo el pueblo. La noche anterior se realizaba serenata y cordá. El día de la Cruz comenzaba al segundo toque de misa, cuando se iba en procesión hasta la Era de las Cruces para bendecir el término. Una vez finalizada, se volvía en procesión hasta la iglesia para acudir a la  misa mayor oficiada por varios curas, seguida de baile en la plaza, que continuaba por la tarde hasta la hora de la procesión. Era el momento más solemne, la comitiva comenzaba con los hombres delante de la imagen de la Santa Cruz, los quintos portando las andas, detrás de ellos, las autoridades y los mayorales, seguidos de la banda de música y las mujeres detrás, en riguroso silencio, por esas calles estrechas y empinadas, bajo la luz de las velas y de los cohetes que se encendían en las esquinas hasta llegar a la iglesia, donde el sonido del armonio se entremezclaba con las voces de los asistentes cantando los gozos en honor a la patrona. Por la noche se realizaba serenata y fuegos artificiales y al día siguiente el día de almas, que se realizaba una misa por los difuntos del pueblo. 


Salida de la imagen de la Santa Cruz para la procesión. 


Procesión de la Santa Cruz. La costumbre de los quintos de vestir roquete (vestidura blanca corta) para llevar la imagen en procesión estaba muy extendida en la Serranía, aunque se dejó de lado a mediados del s. XX 


Procesión de la Santa Cruz año 1979, la última que se realizó en el antiguo Domeño.

Los años 66 y 67, a propuesta del párroco local Vicente Lamberto Alba, el día de la Santa Cruz, un grupo de mujeres, fueron también partícipes de la fiesta junto a los mayorales. Vestidas de clavariesas  asistieron a la misa y la procesión así como realizaron una ofrenda floral. 


Clavariesas de la Cruz, año 1966.




Clavariesas de la Cruz, año 1967.


La festividad de la Purísima Concepción se trasladó de diciembre al domingo siguiente a la celebración de la Santa Cruz entre finales de los 40 y principios de los 50. De esta manera, las jóvenes del pueblo que estaban fuera sirviendo, no tenían que pedir más días de descanso en diciembre y también aprovechaban los días de fiestas de mayo para organizar su día. 


La noche anterior se hacía serenata con la rondalla, así como una ronda por las casas de las clavariesas, adornadas con arcos de chopo, dónde estas invitaban a algunas pastas y mistela o aguardiente. Fue la manera de mantener el canto de los mayos durante la primera mitad del s. XX, cantándoselo primero a la Virgen y luego a las clavariesas. El día de fiesta, vestidas con traje negro, teja mantilla y medalla de la Virgen, acudían a misa y lo recaudado para la fiesta se destinaba a la parroquia. 



Clavariesas de la Purísima, años 50. 

Clavariesa de la Purísima, años después de la fotografía anterior, 
en el fondo, la puerta de la casa adornada. 1956

Vísperas a la Festividad del Corpus Christi comenzaron a tomar protagonismo los niños, pues era la época en la que se realizaba la primera comunión. Se repartía chocolate para los asistentes y era común celebrar el día con la familia comiendo paella.


Procesión del Corpus

Comuniones, año 1959

Comuniones, año 1965

Comuniones, año 1968

Comuniones, año 1972


La Cruz de Vendimias, o de las vendemas, se realizaba en Domeño sobre el 14 de septiembre, para conmemorar la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz con el dinero que sobraba de las fiestas de mayo. En este día se adornaba la iglesia y se realizaba misa.



La iglesia adornada en septiembre del 1979.


Los domingos del mes de octubre se realizaba el rezo del Rosario y el canto de la Aurora. Bien pronto en la mañana, antes de salir el sol, se cantaba por el recorrido de la procesión cantando las diferentes coplas de la aurora. Finalmente, se rezaba y entonaban los cantos del el Rosario.


“San Francisco se perdió una tarde

Sus hijos llorosos, lo iban a buscar

Lo encontraron con Santo Domingo

Contando las almas que al rosario van”


La fiesta de Santa Catalina se mantuvo como fiesta litúrgica con misa y procesión. Para estos días de fiestas se comían tortetes y en la noche, las calles del pueblo se llenaban de pequeñas hogueras. Durante algunos años además, se mantuvo la fiesta de San Roque junto a la de Santa Catalina. 



Programa de las fiestas de Santa Catalina del año 1966.


El frío y austero invierno se veía interrumpido por la celebración de la Navidad. El día de Nochebuena niños y niñas recorriendo el pueblo con las albadas de navidad a pedir el aguinaldo, y en las casas, al calor de la lumbre, se degustaban pasteles de boniatos y mantecados que se preparaban los días anteriores con cariño.


"Esta noche es Noche Buena y mañana es Navidad

el que haiga matao el gorrino, buenas tajás que tendrá 

y el que no ha matao gorrino, buena sardina torrá"


En 1974, Después del traslado de parte de los vecinos de Domeño a Marines, al no querer dejar atrás sus tradiciones y devociones, solicitaron al Ayuntamieno de Marines realizar una fiesta a la Santa Cruz. Gracias a la ayuda de la religiosa clarisa Gloria Madrid, vecina de Domeño, se consiguieron las reliquias para la nueva imagen que fue costeada gracias a los vecinos.  La fiesta comenzó a realizarse el 10 de agosto, siendo clavarios la junta del pozo de la Leonida: José García, Vicente Durbán, Federico Diago, Rafael Madrid, Francisco Torrico y Jesús Ríos. 



Solicitud de los vecinos de Domeño para realizar un día de fiesta a la Santa Cruz. 1980. 


Acta de entrega de las reliquias



Primeros clavarios de la Santa Cruz en Marines. 



Estas líneas no habrían sido posibles sin todas aquellas personas, 
imposibles de nombrar, que tanto nos han contado, transmitiéndonos el cariño con el que recuerdan su pueblo, con esa tenue melancolía que se esconde detrás de la promesa de un futuro mejor. A todos y todas, gracias.




BIBLIOGRAFÍA


ARZOBISPADO DE VALENCIA. Libro parroquial de circulares de 1772 a 1883  https://www.arxparrvalencia.org/dio_parroquias.php?codic=244


ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL Expediente de remisión de Isidro Romero, alcade mayor, sobre el estado de las cofradías, hermandades y congregaciones correspondientes a la ciudad de Segorbe junto con los pueblos de su partido. https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/show/6849127?nm


BUÑUEL E. : Sociedad Musical “La Marinense”. Aproximación a la historia de la Banda de Música de Marines. 2021. Ed. Ayuntamiento de Marines.


SEGUÍ PÉREZ, S.: Cancionero Musical de la Provincia de València. Valencia, Insituto Alfons El Magnànim, Diputació de València, 1980.


MARTÍNEZ BABILONI, D.: Música para un pueblo en tránsito. 2013 Ed. Sociedad Artístico Musical Santa Cecilia de Domeño.


SOLER MOLINA, A.: De Domeño a Marines, 50 años creando un futuro en común. 2025. Ed. Ayuntamiento de Marines, Diputación de València.


VAREA VAREA, J.T: “Representaciones teatrales de moros y cristianos en la confluencia de las provincias de Cuenca, Teruel y Valencia.” En En los tres Reinos, encuentros de ciencia arte y patrimonio. 2024. Pp. 283-299 JOSEP MARTÍNEZ I MONTESINOS, Ed. UV.


VVAA: Raíces y costumbres, un siglo de dos pueblos Marines y Domeño. 2000. Ed. Ayuntamiento de Marines.


Agradecimientos: Isabel Huerta Montes, Isabel Madrid Montes, Manuel Madrid Montes, Rosario Marín Valero, Juan Valero Huerta y Christian Varjas Expósito





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