LA TRAGEDIA DEL 57, LA GRAN GOTA QUE COLMÓ EL VASO


Texto: David Tesías

Los años 40 y 50 del siglo XX vienen marcados por una situación de penuria generalizada en toda España. La guerra civil tras el golpe de estado que perpetró la extrema derecha en el 36 dejó al país sumido en una absoluta miseria, a lo que se sumó la brutal represión franquista. En este contexto político, social y económico, las dificultades en un pequeño pueblo de montaña como Marines eran, si cabe, mayores. La localidad ya se había visto sumida en dificultades desde el principio de siglo, con la crisis de la filoxera y, posteriormente, con “la cucaracha”, una epidemia de gripe que se cebó especialmente con Marines, dejando numerosos muertos en 1918.

Pues bien, en esta coyuntura las condiciones climáticas de las décadas de los 40 y los 50 no ayudaron. Los años de sequías, tanto en una década como en otra, las lluvias torrenciales (septiembre de 1949, octubre del 50) anteriores a 1957 y la gran ola de frío de febrero del 56 fueron desgastando a una población ya mermada por la situación económica y socio-político de la época. Finalmente, las lluvias torrenciales de octubre del 57 fueron el colofón final, desencadenando la tragedia que llevó al traslado de la población.

 Imagen 1. Vista panorámica de Marines. Año 1956. Foto: Julián Romero Cortell

El contexto general del pueblo en los años 40 era el de un pequeño núcleo de montaña en el que la población iba disminuyendo progresivamente. Pero antes de analizar la situación en los 40 y 50 del s.XX, retrocedamos a las décadas precedentes, concretamente al año 1910, cuando Marines llegó a contar con 945 habitantes (Gátova y Olocau con 1.323 y 1.411 respectivamente, por lo que era, claramente, el menor pueblo de los tresi). Eran años en que el gran número de habitantes provocó una sobreexplotación del medio natural, llenando el paisaje de ribazos que llegaban hasta los sitios más inaccesibles. Poco después, entró la filoxera (un parásito que atacó las viñas) a la Vall, dejando sin faena a mucha de la población, que tuvo que comenzar a buscar trabajos agrícolas en otras zonas, como l’Horta Nord o, en el peor de los casos, emigrar.

Y llegó 1918, con la pandemia de gripe, la conocida como “cucaracha”, que se cebó especialmente con el pueblo, dejando una situación trágica. En total murieron treinta y cinco personasii, la mayoría de ellas jóvenes (menores de 50 años). El 90% de la población se vio afectada y llegaron a haber 5 defunciones en un solo día (el 16 de septiembre de 1918)iii. Marines, fue así uno de las localidades más afectadas de la región valenciana, como así atestiguan los numerosos artículos de prensa de aquella época.

Con todo ello, nuestro municipio llegó a los años 30 con una pérdida de población del 22% respecto a 1910, contando por aquel entonces con 735 habitantesiv. Esta década estuvo marcada por los grandes y convulsos cambios políticos que se dieron en el contexto estatal, con la llegada de la democracia de la mano de la república y su ambicioso proyecto y, finalmente, con el golpe de estado franquista y el estallido de la guerra civil, tras la cual llegó la fuerte represión franquista en un pueblo mayoritariamente republicano.

Dejando de lado la situación política de la época, y adentrándonos ya en los años 40, éstos empiezan con una gran pobreza general en un momento de posguerra. Para hacernos una idea de las circunstancias que se vivían, mencionaremos un informe del cura del pueblo del año 1944, Ramón Alcocer, en el que dice “Los domingos trabajan casi todos. Hay que considerar que el pueblo es muy miserable, y aún trabajando así no pueden comer”v. Es un momento de pobreza generalizada en todo el país, pero mayor en un pequeño pueblo situado entre ásperas montañas mediterráneas, con apenas huerta de regadío y, donde debido a la autarquía franquista, una parte de la cosecha era destinada al exterior vi. Además, los años 40 en la fachada mediterránea donde nos ubicamos, se caracterizaron por sufrir unos periodos de sequía bastante fuertes. Entre 1944 y 1945 azotó la zona una de las sequías más potentes que se recuerdan, que además venía precedida por años que ya habían sido de por sí secosvii. Evidentemente, no tenemos datos de la lluvia que cayó en Marines durante dicho periodo, pero sí sabemos que en 1945 en València ciudad se recogieron 188 mm, convirtiéndolo en uno de los años más secos desde que hay registros en la capital del Túria (la media está por encima de 450 mm anuales). Esto, como es normal, provocó una reducción de la producción agrícola de toda la región.

Años después, en 1949, concretamente al 28 de septiembre, se produjo una gran tormenta que afectó la zona. En València es conocida como la “Riada de las chabolas” y quedó a la sombra de la de 1957, siendo una riada olvidada que la mayoría de la población desconoce, pero ello no implica que no fuese catastrófica. En la ciudad arrasó 2.000 chabolas y 98 casasviii. La situación por la Calderona hubo de ser complicada, puesto que en Bétera se produjo una gran crecida del Carraixet, desbordándose y provocando numerosos daños. Incluso se llega a mencionar como el mayor desastre que se recuerda en esa localidadix. Pero a diferencia de octubre del 57, la situación meteorológica de aquel episodio no fue la de las típicas lluvias de temporales marítimos que pueden durar varios días. Más bien se correspondería con una situación de tormentas propias del mes de septiembre, que suelen ser parecidas a las de las tardes de verano, de corta duración y con posibilidad de ser torrenciales. La situación sinóptica favoreció que esas tormentas se cebaran con la cara sur de la Calderona. En Llíria se produjo una gran inundación y se recogieron 165 mm de lluvia. De nuevo, no tenemos datos para Marines, pero se producirían numerosas destrozas, como así atestigua el acta del pleno celebrado el 10 de octubre de 1949, donde se habla de la necesidad de limpieza y reparación de la carretera por las lluvias (imagen 2).

Imagen 2. Detalle del acta del pleno celebrada el 10 de octubre de 1949. Fuente: AMM

Un año después, el 16 de octubre de 1950, se produjo otro episodio de lluvias que afectó al municipio. No hay mucha información al respecto, pero Rafael Deltoro, en su libro Marines, historias de un pueblo (2002) comenta que ese año se produjo “la muerte por ahogamiento de todo un rebaño que se encontraba guarecido en un corral situado junto a los terreros”. De hecho, en algunas actas de plenos del ayuntamiento de los años 50 y en los planes trienales de esa misma década se comenta la necesidad de construcción de un canal que circunde el núcleo urbano. Así, en el Plan trienal municipal 1953-55 se dice:

Dada la situación geográfica de éste pueblo, las aguas de los montes que lo circundan, discurren por sus calles todas, y en días de lluvia se convierten estas en continuos riachuelos, y cuando se trata de tormentas, llegan hasta las calles de la localidad, grandes piedras arrastradas por las aguas, dejando éste en mal estado de conservación y tránsito”.

Esta actuación se plantea para el año 1953, pero como sabemos, no se llevará a cabo. Es altamente probable que fuesen las tormentas del 28 de septiembre de 1949 y del 16 de octubre de 1950 las que provocaron que el ayuntamiento planificara la construcción del canal para desviar directamente al Carraixet las aguas que bajaban por El Vallejo, sin que así bajasen por las calles de núcleo urbano. Pero claro, el pueblo era muy pobre, por lo que no podía asumir el coste de una obra de tal magnitud, así que el ayuntamiento tenía previsto tramitar un expediente en demanda de auxilios económicos a la Junta Provincial del Paro Obrero. Las calles más afectadas por estas aguas que descendían desde El Rodeno eran, sobre todo, las de la ampliación del pueblo que se produjo en el s.XIX, y sobre todo, la calle Delicias, construida sobre el mismo torrente de El Vallejo. Esta calle contaba con una pequeña canalización subterránea que, como parece que se demostró en las lluvias del 49, era insuficiente. Lo que sí se llevo a cabo con subvenciones de la Junta Provincial del Paro Obrero es el adoquinado de ciertas calles, para evitar que las aguas que bajaban abrieran surcos en éstas.

Los años 50 continúan siendo de gran penuria para Marines. El Plan trienal 1953-55, antes mencionado, da muestra de la difícil situación que atravesaba el municipio y el consistorio. Se llega a decir en este documento que “No podrá subsistir como pueblo, si los Poderes Públicos no aportan su ayuda, aunque fuere para las atenciones más perentorias”. Son numerosas las subastas de pinos para obtener fondos (incluyendo talas en El Rodeno) y que así el ayuntamiento pueda hacer frente a diferentes pagos, ya que el presupuesto municipal era claramente insuficiente. Y para más inri, los años que siguieron a la redacción de este plan no fueron mejores.

Una nueva pertinaz sequía tuvo lugar en la zona, prolongándose entre 1952-56x y perjudicando las cosechas del municipio. Esto lleva a que el 20 de octubre de 1955 el ayuntamiento escribiese al ministro de Hacienda para informarle de las malas cosechas ocasionadas por la sequía y para solicitar ayuda económica, advirtiendo incluso de que la situación obligaría “a evacuar en masa a la localidad”xi. Resulta curioso constatar que, años antes de la tragedia de octubre del 57, ya se planteara la evacuación del municipio ante una situación, en este caso, de gran escasez. Sin embargo, en este planteamiento, al igual que en otros que expone el ayuntamiento en aquella década, se percibe cierta exageración, seguramente con la pretensión de recibir de la manera más urgente ayuda económica.

Y por si fuese poco lo que acaecía, febrero del 56 trajo consigo la ola de frío más importante del s. XX. Antes de seguir, cabe comentar que los años 40 y 50 fueron años fríos en general, por lo que las nevadas y heladas fueron comunes y también crearían daños en las cosechas en otros años anteriores. Sin embargo, aquel febrero de 1956 se produjeron hasta tres entradas de aire siberianoxii cuya mayor intensidad se alcanzó entre los días 11 y 12. Las temperaturas fueron muy bajas, llegando a una mínima de -7’2ºC en el observatorio del centro de València. En el siguiente mapa nos podemos hacer una idea de la magnitud de dicha ola de frío:


Imagen 3. Mapa de temperaturas mínimas en febrero del 56. Fuente: Aemet

En Marines sería probable que se bajase de los -10ºC. Sin embargo, no sólo fue la magnitud de las heladas, sino su duración, ya que casi todos los días del mes se bajó de 0ºC. A esto le añadimos que en su mayoría se trataron de heladas negras, las cuales se caracterizan por la ausencia de escarcha (debido a la baja humedad) y por ello dañan los tejidos de las plantas. El resultado fue catastrófico para la agricultura. Justo en pleno mes de febrero y pocos días después de las heladas más intensas, el 18 de febrero del 56, el alcalde remite un informe al gobernador civil de la provincia para trasladarle la mala situación y presentarle las malas cosechas de los años de sequía anteriores:



Cosecha normal

1953

1954

1955

Aceite

70.000 kg

Nula

Nula

Nula

Algarrobos

75.000 kg

12.500 kg

Nula

25.000 kg

Almendros

12.000 kg

4.000 kg

4.000 kg

Nula

Cereales

10.000 kg

10.000 kg

3.330 kg

Nula

Tabla 1. Producción agrícola en los años de sequía. Fuente: AMM. Elaboración propia.

En la tabla se observa cómo la producción agrícola llevaba siendo, en general, bastante inferior a lo que se esperaría en un año normal. Además, el alcalde añade que tras las recientes heladas la situación continuaría siendo mala. En este informe se solicitan tres soluciones:

  • Favorecer el trabajo local mediante la pavimentación de las calles.

  • Que la diputación finalice las obras de la carretera que desde Marines iría hasta el camino de los Frailes (por el Collado) que se empezaron en la dictadura de Primo de Rivera.

  • La adopción del municipio por la diputación de Valencia.

Este último punto es muy importante, ya que el 21 de abril de 1956 el ayuntamiento solicita de manera formal a la diputación esta adopción del municipio de Marines, algo que ya se contemplaba en el segundo plan trienal de la década, el del 56-58, que había sido presentado en enero (antes incluso del informe al gobernador civil y de las heladas de febrero). Ello hubiese conllevado que nuestro pueblo recibiese una gran subvención que se destinaba a municipios necesitados. En el documento de solicitud, el alcalde expone las pésimas condiciones en las que se encontraba sumido el municipio y además de mostrar los malos datos de las cosechas en los años de sequía que ya hemos mencionado, se introduce también las pesimistas previsiones de producción agrícola para ese año, tras las heladas de febrero (la ola de frío había quemado 8.000 olivos y 2.000 algarrobosxiii). Para aquel 1956, se esperaba que la cosecha fuese nula, tanto para la algarroba como para la almendra. En el caso de los olivos, se preveía obtener una décima parte de la cosecha normal, y para los cereales, media cosecha. Las necesidades que se demandaban a la diputación, eran las mismas que se habían expuesto en el plan trienal presentado en enero. Entre estas se encontraba la llegada de agua potable o un lavadero público y abrevadero, pero destaca la construcción de un muro de protección del municipio contra “arrastres violentos, a fin de prevenir y evitar socavones, humedades y derrumbamientos” (recordemos que en el plan trienal del 53-55 ya se contemplaba la construcción de un canal para desviar las aguas que bajaban de la montaña, y que no se realizó por falta de fondos). Para desgracia del municipio, ese mismo año la diputación decidió adoptar al pueblo de Dos Aguas, por lo que no se pudieron acometer las obras necesarias que planteaba el ayuntamiento de Marines. No sabemos qué hubiese pasado en octubre del 57 en caso de haberse construido el muro de defensa pero, desgraciadamente, sí sabemos lo que ocurrió sin dicho muro.

Al año siguiente, concretamente el 27 de marzo de 1957, la corporación municipal vuelve a solicitar a la diputación la adopción del ayuntamiento de Marines, pero la insistencia del alcalde de aquel entonces, Enrique Cortell, quien llegó a enviar cartas a diputados para que le apoyasen, cayó en saco roto, pues ese año tampoco se consiguió.

A los pocos meses de esta última solicitud se produjo la gran tragedia que cambió la historia de Marines. El día 14 de octubre de 1957 quedaría grabado por siempre en la memoria de los y las marinenses. Sobre las 12 de la mañana y tras unos días de intensa lluvia, tuvo lugar la gran catástrofe. Aquellas lluvias se encuadraban dentro del típico temporal mediterráneo de otoño, que suele afectar a diferentes zonas del País Valenciano y regiones aledañas. Se caracteriza por precipitaciones que, a diferencia de las tormentas veraniegas o de septiembre, pueden caer durante muchas horas y abarcar varios días. En aquella ocasión, una gota fría se situaba sobre la zona del Golfo de Cádiz, impulsando aire cálido y con gran recorrido marítimo (y por tanto muy húmedo) sobre nuestra zona. En superficie, el viento venía de E-SE, una dirección altamente favorable para ver llover sobre la Calderona. Y así fue como sucedió, aunque desconocemos los datos de Marines por no tener pluviómetro, sí sabemos que en Llíria se recogieron 457 mm entre los días 11 y 15 de octubre, destacando el día 13 con 225 mm. En la zona de Altura, se recogieron 494 mm, y seguramente cayó más, ya que se desbordó el pluviómetro xiv.

Imagen 4. Mapa en superficie y altura del día 14 de octubre de 1957. Publicado en 1958. Fuente: Aemet

Además, estas lluvias se produjeron sobre un terreno ya muy húmedo por las precipitaciones de principios de mes, entre el 1 y el 5 de octubre, que dejaron registros estimados próximos a 100 mm en Marines, o ligeramente superioresxv. En aquel primer episodio también una gota fría fue la desencadenante, pero las condiciones favorecieron que la zona más afectada fuese la del Cap de Sant Antoni (se recogieron 878 mm en dos días en Xàbia, récord de España en 48 horas), aunque a la Calderona también llegó lluvia suficiente como para saturar el suelo.

Con todo, las lluvias del 12-14 de octubre provocaron la conocida como “la riada”, que en realidad fue un movimiento de masa denominado flujo de derrubios y que tan bien describen Carles Sanchis, Joan F. Mateu y Almudena Rozalén en el artículo Reconstrucción de un flujo de derrubios: el desastre de Marines (Valencia) de octubre de 1957 (2021). Las consecuencias las conocemos todos: 6 víctimas mortales y la destrucción de una parte del núcleo urbano. A partir de ahí, se produjo el traslado del pueblo a su ubicación actual, en el que era conocido como “Llano de Champín”, en los terrenos de la Masía de la Maimona.

Por tanto, a modo de conclusión, repasando la historia del s.XX en Marines y, más concretamente, la situación durante las décadas de los años 40 y 50, se observa cómo los acontecimientos negativos se sucedieron de manera reiterada en un contexto ya de por sí muy complicado. Los fenómenos típicos de nuestro clima, tales como sequías, lluvias torrenciales y una ola de frío, empeoraron el precario modo de vida de los habitantes de Marines hasta que, finalmente, la tragedia de octubre del 57 fue la gran gota (fría) que colmó el vaso, dando así la estocada final a un pueblo que venía padeciendo penurias desde hacía décadas. De nada sirvieron las peticiones de ayuda del ayuntamiento para recibir fondos y acometer diversas obras, entre las que se incluía la construcción de una canal para desviar las aguas que bajaban de la montaña en un primer momento, y la construcción de un muro de defensa, para evitar arrastres unos años después. Dichos fondos, en caso de haber llegado, podrían haber cambiado la historia de nuestro municipio.


BIBLIOGRAFÍA


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NOTAS

i La Vall d’Olocau, Marines i Gàtova. Ed. IDECO. 2019. Ferrán ZURRIAGA. Pág. 359.

ii La Vall d’Olocau, Marines i Gàtova. Ed. IDECO. 2019. Ferrán ZURRIAGA. Pág. 389.

iii Marines. Geografía, historia y patrimonio. Ayuntamiento de Marines 2004. Abel SOLER y Ramón YAGO. Pág. 182

iv La Vall d’Olocau, Marines i Gàtova. Ed. IDECO. 2019. Ferrán ZURRIAGA. Pág. 359.

v Marines. Geografía, historia y patrimonio. Ayuntamiento de Marines 2004. Abel SOLER y Ramón YAGO. Pág. 306

vi Marines. Geografía, historia y patrimonio. Ayuntamiento de Marines 2004. Abel SOLER y Ramón YAGO. Pág. 192

viiLa “pertinaz sequia” en las cuencas hidrográficas del óvalo valenciano. Cuadernos de geografía. Universitat de València. 2012. Jose Miguel RUIZ. Pág. 103

viii Aemet Comunitat Valenciana. @AEMET_Cvalencia (28 de septiembre de 2024). https://x.com/aemet_cvalencia/status/1839940349206143437?s=46&t=dSbs2HPUo5C_8NANsweQDg

ixEl mayor desastre que se recuerda en Bétera. La riada del 28 de septiembre de 1949. CEL Bétera. 2021 www.centredeestudislocalsdebetera.es

xLa “pertinaz sequia” en las cuencas hidrográficas del óvalo valenciano. Cuadernos de geografía. Universitat de València. 2012. Jose Miguel RUIZ. Pág. 107

xi Marines. Geografía, historia y patrimonio. Ayuntamiento de Marines 2004. Abel SOLER y Ramón YAGO. Pág. 197

xiiLas tres olas de frío de febrero del 56. www.tiempo.com 2023. Jose Miguel VIÑAS.

xiiiMarines. 50 años de una nueva vida (1967-2017). Ayuntamiento de Marines. 2017. Abel SOLER. Pág 41.

xivRiada en Valencia. Octubre 1957. www.tiemposevero.es 2010. Antonio RIVERA.

xvReconstrucción de un flujo de derrubios: el desastre de Marines (Valencia) de octubre de 1957. Boletín de la asociación de geógrafos españoles. 2021. Carles SANCHIS, Joan F. MATEU y Almudena Rozalén. Pág. 13


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