LAS VIDRIERAS DE LA IGLESIA DEL CRISTO DE LAS MERCEDES DE MARINES
Texto de Rosario Marín Valero y Clara Duchel Casañs.
“Con nuestro agradecimiento a Maria Dolores Camacho Vigara por su importante aportación al estudio del pueblo de Marines, y en particular, al de las vidrieras de su iglesia.”
Tres son los nombres propios con los que cabe relacionar estas vidrieras.
Pedro Castañeda Cagigas, José Luis Fernádez del Amo y Arcadio Blasco Pastor. De cada uno de ellos y de todo lo que tuvieron que ver en el objeto que nos ocupa, las vidrieras de la iglesia del Cristo de las Mercedes de Marines, vamos a ir tratando.
El primero de ellos, Pedro Castañeda Cagigas, doctor en arquitectura, cántabro (1909-1986), ganó plaza como arquitecto del Instituto Nacional de Colonización (INC). Siendo uno de los casi 80 arquitectos que trabajaron para él, en la creación de los más de 300 pueblos que se construyeron en España entre 1945 y 1975. Los arquitectos del INC aprovecharon la experiencia de sus compañeros de la Dirección Nacional de Regiones Devastadas.
Su actividad en el INC-IRYDA, transcurrió entre 1941 y 1979, proyectando pueblos y realizando colaboraciones con otros compañeros. Lo más destacable por la magnitud del proyecto urbano, son los pueblos de colonización, siendo condecorado en 1956 con la Orden Civil del Mérito Agrícola, por la combinación de conocimientos de agricultura y agrimensura. Su debut en el INC fue en Sevilla con la finca de las Torres, continuó en Toledo, Ciudad Real, en La Manchuela… pero es en tierras valencianas donde concentra gran parte de su trabajo.
Las obras de actuación están en relación con las zonas afectadas por las riadas y la construcción de nuevos embalses. Con el decreto 21 de Enero de 1955 se adquirieron fincas para el traslado parcial y en masa de la población damnificada a nuevos enclaves, en régimen de diseminado como la finca de “Huerto Melchor Y Magallón” pertenecientes al término de Aldaia para reubicar a los vecinos de Valverde del Júcar (Cuenca), afectados por las obras del pantano de Alarcón y régimen concentrado como San Isidro de Benagéber, en 1947, primer pueblo de colonización en la Comunitat Valenciana, San Antonio de Benagéber 1949, Marines en 1960, Masía del Carril en 1961 y la ampliación de Tous en 1962.
![]() Figura 1. Plano aéreo de Marines en construcción (Archivo particular). |
Figura 2. Plano aéreo de Marines en la actualidad. (Archivo del ayuntamiento de Marines). |
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Figura 3. Firma de Pedro Castañeda Cagigas. (Archivo central del MAPAMA) |
La génesis de todos estos pueblos es heterogénea como sus pobladores y ello no pasa inadvertido en la morfología urbana arquitectónica y paisajística. Dicha sensibilidad estética debe mucho a sus arquitectos. Destacable sin duda, como símbolo de llamamiento a la convivencia de estos pueblos, son los edificios religiosos, en cuya decoración exterior e interior se recurrió a artistas de renombre, marcando diferencias con el gusto oficial y es en este contexto en el que enmarcamos el segundo nombre, José Luis Fernández del Amo, que hizo un importantísimo papel de intermediario dentro del servicio de arquitectura, iniciándose así una estrecha colaboración entre arquitectos y artistas del que surgieron muchos trabajos interdisciplinares.
Jose Luis F. del Amo había obtenido plaza de arquitecto funcionario en el INC en 1947. En 1952, fue designado primer director del recientemente creado Museo Nacional de Arte Contemporáneo, conociendo así a jóvenes artistas interesados en renovar el arte anquilosado del régimen franquista y los llevó a colaborar en las iglesias de colonización; entre ellos, varios miembros del colectivo conocido con el nombre El Paso.
La mayoría de los artistas agradecen a Fernández del Amo su confianza. De gran religiosidad y sensibilidad artística, supervisó muchos diseños y su decoración, concebidos de forma unitaria. Pedro Castañeda, también tomó parte en la promoción de las artes plásticas de las obras arquitectónicas sacras encargadas por el INC-IRYDA.
Otros artistas, trabajaban para un proveedor principal del INC: Talleres Arte Granda, fundado por el sacerdote Félix Granda a finales del siglo XIX. Obras de mucha calidad artística y que también se adelantaron a la estética religiosa del Concilio del Vaticano II .
Cabe valorar estas colaboraciones, con casi 80 artistas que pudieron desarrollar su creatividad más allá del contexto museográfico y aparecer en el ámbito rural y religioso. Más de 300 iglesias contaron con sus obras. De esta manera en estos pueblos se combinan elementos de vanguardia con otros de factura tradicional o bien facilitados por el INC o por los propios vecinos, con buena voluntad y devoción.
Los trabajos de estos artistas no estuvieron exentos de dificultades, sobre todo con el estamento eclesiástico, que pensando siempre en un arte figurativo, no sabía comprender muchas veces estas nuevas aportaciones. Algunas obras ya no existen en la actualidad porque los propios obispos se negaron a bendecirlas por su modernidad.
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Figura 4. Fachada y lateral izquierdo. Iglesia del Cristo de las Mercedes (2023). Fotografía de Clara Duchel Casañs. |
En las iglesias de colonización encontramos vidrieras, esculturas, bajorrelieves, pinturas al fresco o sobre lienzo, pilas bautismales, lámparas, ajuar litúrgico; desde sagrarios a cálices, patenas…
A día de hoy no se cuenta con un catálogo de este arte sacro contemporáneo, a excepción del elaborado por la Junta de Extremadura. Resulta paradójico que apenas se les cite en los textos sobre la historia del arte de la postguerra o del siglo XX en España. Renombrados autores, dedican breves citas escribiendo que realizaron algunas obras para el INC, es por tanto de vital importancia esa catalogación para saber si se encuentran las obras en su lugar de origen, están conservadas en algún almacén o han sido trasladados de lugar.
Tampoco en los catálogos monográficos de los artistas de los años sesenta y setenta hacen referencia a las obras realizadas para el INC.
Últimamente esta tendencia ha cambiado, así por ejemplo aparece AA.VV: Arcadio Blasco, narrador de objetos, Universidad de Alicante y Caja Mediterráneo 2008.
Y así, precisamente, llegamos a la tercera persona implicada en el tema que nos ocupa, las vidrieras, Arcadio Blasco Pastor, su creador. Nacido en Mutxamel, en 1928, empezó su formación en la Escuela de Bellas Artes de Madrid en 1947 y la completó en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, en 1953. Ese mismo año fue becado por la Academia de España en Roma, donde coincidió con otros artistas y tuvo su primer encuentro con la cerámica italiana, que se convertiría en un medio artístico clave en su carrera.
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Figura 5. Retrato fotográfico de Arcadio Blasco Pastor (1959). (Archivo Arcadio Blasco, MUA). |
Fue tras su vuelta de Roma cuando Arcadio trabajó como artista plástico para el Instituto Nacional de Colonización, entre 1954 y 1965. Durante este periodo realizó murales cerámicos y vidrieras para las iglesias de los pueblos construidos por el INC.
Nos corresponde, entonces, conocer la obra de Arcadio Blasco a través de su participación en el arte de colonización que, alejado de una estética reflexión artística, destacó por el uso de la abstracción en su diseño y la simplificación en sus figuraciones. Dentro de este contexto, los trabajos de Blasco, junto con el de muchos otros artistas, contribuyeron a la renovación estilística en el panorama del arte sacro español.
Trataremos un aspecto poco conocido de su actividad (a pesar de extenderse durante más de una década) que resulta fundamental para entender sus primeros años, caracterizados por una notable versatilidad técnica y creativa. Así, la obra de su primera etapa respondería a estas nuevas tendencias modernizadoras del arte religioso que se expandieron por Europa a finales del siglo XX. Esta tendencia, promulgada por el Concilio del Vaticano II, se caracterizó principalmente por la propuesta de “continuidad del arte sacro”. Esto tenía que ver con la relación que se quiso enmarcar entre la iconografía del arte románico y la refinación estilística del renacimiento, abriendo paso al arte moderno.
A lo largo de las décadas siguientes, Blasco consolidó un prestigio notable en el ámbito artístico, pero ahora no nos centraremos en esa etapa. El artista continuó trabajando en la pintura, tanto mural como de caballete, y también continuó con técnicas como la vidriera. Sin embargo, fue la cerámica la que le otorgó una proyección aún mayor, especialmente en el ámbito del arte público. A través de la cerámica, exploró un amplio abanico de posibilidades, adaptándola al lenguaje de la modernidad y la abstracción. Esta expresión artística le permitió alcanzar una relevancia significativa y dejar una huella destacada en el panorama artístico moderno.
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Figura 6. Arcadio Blasco. Dos piezas de cerámica (Archivo del Museo de Cerámica de Manises). |
Llegamos así al tema que nos atiende: su representación artística en Marines, es decir, a las vidrieras de la Iglesia del Cristo de las Mercedes. Trataremos el último tramo de nuestro artículo: el análisis artístico. Un recorrido que nos permitirá desentrañar los significados y simbolismos imbuidos en estas composiciones.
Desde el umbral mismo, es esencial abordar este análisis con humildad y reconocer que nuestras interpretaciones son una mirada subjetiva que, aunque enriquecedora, está abierta a la evolución y a diversas perspectivas futuras. Exploraremos la iconografía presente en las vidrieras, al tiempo que mantendremos la cautela de comprender que nuestras interpretaciones son una instantánea en el continuo diálogo con estas expresiones artísticas.
En el análisis que presentamos a continuación, hemos empleado el método de análisis iconográfico desarrollado por Erwin Panofsky. Este enfoque se caracteriza por su profundidad y estructura sistemática, que nos permite desentrañar los significados y simbolismos subyacentes en la obra de arte. A través de los tres niveles de análisis propuestos por Panofsky: el nivel pre-iconográfico, iconográfico e iconológico, exploraremos minuciosamente los elementos visuales y su carga simbólica en la obra de Arcadio Blasco.
Creadas entre los años 1965 y 1967, constan de un total de 11 piezas de vidrio de formato variado, diseñadas en una composición abstracta y enmarcadas a los muros con cemento. El uso del cemento se incorpora en la creación de marcos y estructuras que rodean las vidrieras, proporcionando estabilidad y unión entre los elementos.
Las once vidrieras se reparten estratégicamente entre el presbiterio, la nave y el coro. Su programa iconográfico podría estar centrado en la representación de la Santísima Trinidad. A continuación justificaremos esta idea.
Empezando por la zona del altar, como hemos comentado, una alargada vidriera a la derecha del mismo [figura 7] es protagonizada por la “Dextera Domini”, la mano de Dios Padre, que destaca por su representación en amarillo y queda enmarcada en un triángulo blanco. La mano aparece apuntando con los dedos corazón e índice hacia abajo, aludiendo a la protección contra el mal y mostrando la benevolencia de Dios. Esta figura se sitúa en el tercio inferior del vitral, siendo los dos superiores un un celaje azul.
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Figuras 7 y 8. Arcadio Blasco. Vidrieras del altar. Iglesia del Cristo de las Mercedes (2023). Fotografía de Clara Duchel Casañs. |
Frente a ella, a la izquierda del altar [figura 8], encontramos una vidriera de menor longitud y con una mayor variedad cromática. En el tercio superior del vitral veríamos representado al Espíritu Santo a través de la figura de la paloma blanca. Esta imagen aparece lanzando unos llamativos rayos (que parecen ser fuego, gracias a la combinación del rojo con el amarillo) hacia lo que podría ser el “Ojo de la providencia” que se encuentra en el tercio inferior. El Ojo, en este caso, podría estar aludiendo a la benevolencia de Dios y a su compasiva vigilancia sobre la humanidad.
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Figuras 9 y 10. Detalles de las vidrieras del altar. Izquierda: Dextera Domini. Derecha: Paloma y Ojo. Fotografías de Clara Duchel Casañs (2023). |
Estos dos motivos se completarían con la vidriera central [figura 11], donde se presenta una enorme cruz, imagen de Cristo. Es por ello que en la zona más alta, en la parte trasera del coro y presidiendo la fachada principal, encontramos un gran vitral rectangular con una cruz inscrita [figura 11]. Sobre un fondo recargado de colores (que no se salen de la gama de azules y el uso puntual de tonos granates), destaca la monocromática cruz que consigue iluminar el interior de la iglesia con la luz más pura: la de color blanco. Esto se consigue también por su estratégica posición, situada en la fachada principal y orientada hacia el Este, permitiendo a la luz matutina iluminar con intensidad y crear un inspirador efecto en su interior.
La composición de estas tres figuras (el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo) también generan un triángulo espacial en el interior del recinto que consigue una atmósfera de divinidad y trascendencia espectacular.
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Figura 11. Arcadio Blasco. Vidriera del coro (cruz). Iglesia del Cristo de las Mercedes (2023). Fotografía de Clara Duchel Casañs. |
Por último, el conjunto realizado por Arcadio Blasco, no se completa sin las ocho vidrieras cuadradas y simétricas que decoran e iluminan la nave de la iglesia [figura 12]. Estas presentan dos motivos que se repiten alternadamente a lo largo de la estancia: un rosetón y una cruz griega. Es llamativo que ninguna es idéntica a otra. Por ello, si observamos con detenimiento, en ambos grupos, encontramos significantes diferencias en la disposición de los vidrios y en el uso de los colores.
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Figura 12. Arcadio Blasco. Vidrieras de la nave. Iglesia del Cristo de las Mercedes (2023). Fotografía de Clara Duchel Casañs. |
La obra de Arcadio Blasco en las vidrieras de la Iglesia del Cristo de las Mercedes, destaca por su abstracción y simplificación, en línea con las tendencias modernizadoras del arte religioso en Europa. Nos muestran un espíritu innovador y una sensibilidad artística que logran fusionar hábilmente lo estético y lo funcional en un mismo espacio.
CONCLUSIONES
Las iglesias se convirtieron, en los pueblos de colonización, en elementos centrales de la población y en ellas, diferentes artistas realizaron sus obras en fachadas, vidrieras, retablos o elementos litúrgicos, actuando como refugio para numerosos artistas que las convirtieron en verdaderos museos de arte moderno, imponiéndose, en la mayoría de los casos, una estética vanguardista bastante alejada de los gustos tradicionales.
La oportunidad que ofrece este artículo es poner en valor, por su calidad artística, las vidrieras de la iglesia de Marines, obra de Arcadio Blasco. Estas vidrieras, junto con las demás obras que completan la iglesia, son un gran testimonio de la fusión entre la tradición y la modernidad, resultado de la propagación del arte de colonización en los nuevos pueblos de España.
Afortunadamente, casi sesenta años después de su construcción, hoy podemos seguir admirándolas en todo su esplendor y luminosidad. No han contado con la misma suerte algunas otras que han sido picadas o desmontadas y cuyos cristales duermen cubiertos de polvo en algún almacén.
Más artistas dejaron su impronta en nuestra iglesia y podemos ir descubriéndoles y conociéndolos. Porque conocer, es la única forma de estimar lo que nos es propio.
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