ARQUITECTURA RURAL EN MARINES: ELEMENTOS DE PIEDRA SECA

 

Aquitectura Rural en Marines: Elementos de piedra seca



Texto: Rosa Marín

Casetas, pozos, hornos de cal, pequeños refugios, muros y bancales, corrales de ganado, mojones, acechaderos para cazar, refugiarse o vigilar el ganado…

A nada que recorramos nuestros montes podemos encontrar algunas de estas construcciones hechas por labradores o pastores, en nuestro pasado más reciente, pero que enlazaría con un arte milenario que forma parte de la cultura, la historia y el paisaje valenciano.
La técnica de la piedra seca se basa en construir colocando piedra sobre piedra, intentando el máximo ajuste entre ellas y sin ningún tipo de argamasa. Las piedras solían ser calizas, pizarras, sílices, muchas veces sacadas de los mismos campos en busca de suelo fértil, amontonadas en los márgenes y después aprovechadas para estas construcciones. Eran elementos constructivos relacionados con el hábitat y las actividades agrícolas y ganaderas. Surgían fruto de la necesidad, e intentaban dar soluciones sencillas y duraderas.

Construcciones versátiles, con diferentes modelos de plantas, circulares, cuadradas, rectangulares, que se integraban totalmente en el terreno.

También ofrecen gran interés por el papel en la prevención de deslizamientos, inundaciones, en la lucha contra la erosión, y creando condiciones micro climáticas para la agricultura.

A veces nos encontramos en una única partida una gran cantidad de estos elementos que permiten pensar en ella como una zona económica autosuficiente.

Este es el caso de la gran cantidad de elementos de piedra seca en el término de Marines, alrededor de “la caseta del tío Negro Celda”, en la partida de los Calorzos.

Diseminados por los diferentes campos dedicados al cultivo de algarrobos y olivos encontramos el horno de cal, construcción semiexcavada en la tierra y recrecida después con piedras, varios “pocicos” de diferente tamaño, un pequeño refugio, cuya único orificio es la puerta, y acechadero o puesto de caza, además de los consiguientes muros de separación de los campos, dando lugar a los típicos abancalamientos de nuestros montes totalmente humanizados, trabajados y aprovechados en los cultivos, en la leña baja, el esparto.

Hoy en día, con los nuevos usos de la tierra, y los cambios de actividades económica, hacen que estas construcciones, vestigios del pasado, se encuentren derruidas o semiocultas por la vegetación, que surge de manera incontrolada en los campos, antes de cultivo y hoy ya abandonados.

Que hacer, ¿dejarlos en el olvido? O ¿intentar recuperarlas y catalogarlas como parte de nuestra cultura y patrimonio?

El arte de la piedra seca” ha sido incluido como bien inmaterial de la Unesco en 2018.

GALERÍA DE IMÁGENES: Tomás Sanz. 1996

Caseta del Tío Negro Celda
Caseta del Tío Negro Celda



Horno de cal


Pozo


Pozo

Refugio





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